Con la masiva participación del pueblo porteño y con una día nublado pero sin lluvias, se cumplió con el Baile de La Hamaca, en su edición número 136, en este martes de carnavales, en las calles de Puerto Cabello.
La actividad que desde el año pasado tiene el rango de Patrimonio Danzario de Carabobo, estuvo a punto de ser suspendida por autoridades militares del litoral carabobeño, pues a juicio de los jefes castrenses, no estaba garantizada la seguridad del evento. Sin embargo, la tradición se impuso y se desarrolló con normalidad.
La gente estuvo liderada, como de costumbre, por la agrupación "Tambores de San Millán" y su director Herman Villanueva, además de toda la comunidad del populoso sector, que luego fueron seguidos por personas de todos los rincones de Puerto Cabello y de otras latitudes nacionales e internacionales.
Los sanmillaneros pasaron la noche del lunes despiertos, pues según la tradición debía cumplirse el rito del "Velorio de la Hamaca", que para este año se realizó en la propia Casa del Tambor.
Cerca del mediodía una vez que se decreta la muerte, los cultores y comunidad en general partió en procesión por las calles de porteñas, para llevar a cabo el "Baile de la Hamaca".
Hombres con floridas camisas y sombreros, y mujeres con llamativos vestidos marcharon al ritmo específico de los cueros, siguiendo muy de cerca el cortejo encargado de llevar al "muerto" que yacía dentro de una hamaca.
Lo que comenzó con unos cuentos de vecinos del barrio San Millán se convirtió en una marea de gente, motos, carros, e incluso caballos, pues en la medida en que esta procesión avanzaba más simpatizantes se le unían.
Tal y como se había anunciado el recorrido pasó a lo largo de la calle Juncal, pasó por la Sucre, siguió hasta Plaza La Concordia, tomó la ruta hacia El Malecón, y llegó hasta La Bolívar.
Tras recorrer esta última, siguieron hacia Rancho Grande, para entrar por Rancho Chico, tomar la vía hacia la Juan José Flores, pasar por la Alí Lebrún, regresar por la Bolívar, cruzar por la Cruz Roja, llegar hasta la primera calle de Segrestaa y volver a su lugar de partida.
Los participantes se pintan la cara de negro humo, y llamativos colores que incluso abarcan todo el cabello, y cantan tonadas rítmicas, como lamentos marcados con resonancias "El mensaje a los muertos".
TRADICION DEL SIGLO XIX
Según testimonio de los cultores, se remonta a los inicios del siglo XIX en el que había una inmigración proveniente de Curazao que se radicó en uno de los barrios mas antiguos de Puerto Cabello y dio inicio a una festividad carnestolendas consistente en el simulacro de un velorio que se realiza el día lunes de carnaval por la noche, donde se reza, se toma café, licor y se echan chistes. Luego al llegar la media noche empieza la parranda, se tocan los tambores y las mujeres lloran.
El chinchorro consiste en un envoltorio de retazos recubierto con una sabana blanca adornadas con muchas flores naturales que pende de una vara de tres a cuatro metros de largo cuyo extremos descansan sobre de los espaldares de dos sillas.
El día martes todos están concentrados donde hubo el velorio, como media hora antes del mediodía llega corriendo a la multitud una persona diciendo o gritando: Ya se murió! Ya se murió! Entonces la gente toca sus tambores, soplan sus cachos y gritando todos en coro responden: Hay que enterrarlo! Hay que enterrarlo! Y se dirigen hacia la casa donde esta el supuesto muerto. De allí comienza el "cortejo fúnebre".
La Hamaca es llevada en hombros por dos personas, indistintamente mujeres y hombres, danzando por todas las calles de la ciudad. Un grupo de hombres que van ataviados con camisas estampadas, turbantes y rostros pintados llevando sus manos una vara o palo de metro y medio aproximadamente. En un lugar determinado del recorrido uno de ellos golpea La Hamaca gritando: "vita hombrus"; macho yo" tirándola al suelo. Enseguida las mujeres muy bien adornadas con sus vestidos floreado y algunas con sombreros se arrodillan encima de la "Hamaca" llorando, esto produce celo entre los hombres y sucede una pelea a vera o a palo que luego es interrumpida por el cambio del ritmo del tambor cuando las mujeres lo incitan a bailar. Esta dramatización se repite una y otra vez durante el paseo por todas las calles de la ciudad.
El acto de enterramiento se produce en el sitio de donde partió, donde "La Hamaca" es cubierta con aserrín. Mientras tanto la gente sigue tocando y otros se van retirando evidenciando así el final de la celebración. Ese mismo día martes la devuelven al techo de la casa hasta el año que viene.
Claudy Morales Dirinot/Foto: Elis Manzanares
Diario Notitarde
ppmt2007.-
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