Haciendo hallacas también se hace oración, recordando la primera venida del Señor
En estos días navideños, muchas casas venezolanas se llenan del trajín y del aroma de las tradicionales hallacas, repitiendo un ritual centenario que nos mantiene en constante conexión con los de antes y con los que están por venir.
Hay energía, hay pasión, hay cuido de todos los detalles, desde los ingredientes mejor seleccionados, hasta el cuido del guiso para que no se "corte", hasta los adornos, la masa, las hojas y el correcto amarre.
Y para las hallacas no hay malos tiempos, ni el deslave, ni las lluvias, ni la constante agresión política que no quiere dejarnos tranquilos ni en Navidad, interrumpen esa bella poesía que ocurre todos los años.
En mi casa tenemos la feliz circunstancia que la zona de trabajo está frente al pesebre, y Santa María y San José contemplan complacidos toda esta expectativa ante el nacimiento del Salvador.
También haciendo hallacas se hace oración, porque el motivo principal de la temporada es el recuerdo de aquella primera venida al mundo del Redentor.
Pero también las hallacas son una afirmación de venezolanidad. Cada día se definen mejor las características propias de un pueblo que en esta época canta aguinaldos, gaitas, patina, hace parrandas y no se deja vencer por aquellos que nos quieren separar.
Estos mismos venezolanos han sido y serán capaces de detener cualquier intento de imponer ideas o sistemas contrarios a la democracia, a la alternabilidad, a las oportunidades para todos.
No se confundan, el país que en esta época disfruta las hallacas y se prepara para la Navidad es el mismo dispuesto a defender su manera de vivir en cualquier escenario.
Estos días son música para el alma. Gracias a todas los que lo hacen posible.
Manuel Guzmán Blanco
A mi Belimibeli@cantv.net
ppmt2008.-
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