MADRID (dpa) – ¿Son los hombres de Marte y las mujeres de Venus?  ¿Están ellas obsesionadas con casarse y acumular zapatos? ¿Piensan ellos  en algo más que en fútbol y cerveza? Tópicos aparte, no hace falta  llegar a los niveles de nervios de Bridget Jones ni ser un cavernícola  para vivir situaciones de película.
Claro, los tiempos han cambiado. La mujer ya no tiene preparadas las  zapatillas a su marido cuando llega a casa. Y las cenas románticas se  pagan a medias. Pero a pesar de todo, ellos y ellas continúan riendo y  sufriendo por amor.
Sin ir más lejos, los guionistas de “Sex in the city” se quedaron  cortos a la hora de imaginar la ruptura más surrealista. Y si a la  protagonista de la serie, Carrie Bradshaw, la dejaron a través de un  trocito de papel, 
ahora uno puede enterarse de que vuelve a ser soltero a través del estado de Facebook de su pareja.  O cuando deja de aparecer en su lista de amigos. O cuando le sugieren  que se descargue el “whatsapp” para después poder comunicárselo a través  de ese método.
 
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Por no hablar del engaño. Los binomios marido-secretaria o ama de  casa-plomero son ya sólo un pequeño ejemplo de una gama mucho más  amplia. Y es que
 las infidelidades no pasan de moda. Eso sí, con la apertura de miras y de fronteras, también se ha ampliado el catálogo de auto-justificaciones.
Hay quien se convence a sí mismo de que si el engaño no ocurre en el mismo país, no cuenta.  Claro que el radio de impunidad es muy relativo y hay quienes aplican  la misma regla a la región o provincia de residencia. O al grado de  intimidad alcanzado: 
si no va mas allá de los besos, no ha pasado nada.
Y qué decir del nivel de conocimiento del sexo opuesto. En plena era  de la comunicación, con miles de libros, estudios y documentales al  alcance de cualquiera, algunos hombres parecen anclados en las  explicaciones de la cigüeña y la semillita. Tanto, como para llegar a  pensar que todas las mujeres del mundo tienen a la vez la menstruación. O  que les llega a final de mes, como el salario.
 
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Pero una de las grandes preguntas de los tiempos que corren es: 
¿han hecho algo las nuevas tecnologías por la relación entre hombre y mujer, más allá del cibersexo?
¿No era suficiente tener que estar pendiente del teléfono? ¿Es acaso  sano tener que estar además comprobando las tres cuentas de correo  electrónico? ¿Revisando Twitter y Facebook? ¿Rastreando su perfil y sus  nuevos amigos para descubrir si está teniendo una aventura o vuelve a  hablarse con su ex?
“Quiero tener el derecho a llamarle 15 veces si no contesta y a que  no sepa que soy yo”, reclama, indignada con el reconocimiento de  llamada, una de las protagonistas de “¿Qué les pasa a los hombres?” (“He  is not that on to you”).
Aunque a veces sí que parecen servir para algo. Para demostrar a los  adultos que por independientes o liberadas que sean, llevan el amor  inscrito en los genes, desde pequeños. 
Cómo se explica si no que  una niña de cinco años sea capaz de convencer a sus padres para que le  dejen llamar por teléfono a su novio enfermo para decirle: “Cúrate y  vuelve pronto, el cole no es lo mismo sin ti”. Y no es parte de una  película. Es la vida misma.
Noticias24/ppmt2011.-