viernes, noviembre 07, 2014

La Toma de Puerto Cabello (Realizado 2008)



                       

                           Castillo San Felipe hoy llamado Castillo Libertador

PUERTO CABELLO

Situación Geográfica de Puerto Cabello:

Puerto Cabello se encuentra situado al Norte del Estado Carabobo, limitando al norte con el Sur Caribe, al Sur con los municipios Naguanagua, San Diego y Guacara; al Este el Estado Aragua y al Oeste con el Municipio Juan José Mora.


Superficie:

729 Kilómetros cuadrados, equivalentes al 6.27% del territorio de Carabobo.
Población:

407.266 Habitantes Estimados

Altura sobre el Nivel del Mar:

Por debajo de los 5 metros.


Fecha de Fundación:

Se Supone en el año 1589. Para 1738 se crea la parroquia Eclesiástica.

La Toma de Puerto Cabello

El puerto se convirtió durante la colonización en un punto importante para el comercio, durante este ciclo se creó la Real Compañía Guipuzcoana, que servía para controlar la entrada y salida de rubros productores de esta ciudad ya que era considerado como uno de los mejores puertos del nuevo mundo, en la actualidad aun se considera como uno de los puertos de mayor movilización Comercial en Latinoamérica y el primero en nuestra nación : desde aquí salía el cacao, el café, el algodón y el índigo a las islas holandesas

Las edificaciones coloniales más importantes son las siguientes:

Castillo Libertador: Construido durante la tercera década del siglo XVIII.
Fortín Solano: Situado en una colina que domina la porción geográfica que conforma la ciudad. Su construcción fue ordenada por el Geógrafo y Marino José De solano y Bote, en la séptima década del siglo XVIII.
Templo de San José (Iglesia el Rosario): Este edificio fue construido por la Compañía Guipuzcoana y en sus primeros tiempos fue utilizado como depósito de materiales. Más tarde se transformó en Templo Católico, siendo testigo de grandes acontecimientos históricos.
Casa de la Guipuzcoana (Biblioteca Dr. Miguel Elías Dao): Edificada por la Compañía Vasca en la tercera década del siglo XVIII.
Calle de Lanceros: Angosta vía, cuyas casas recuerdan los viejos tiempos de la colonia.
Casas Coloniales: Actualmente se encuentran numerosos inmuebles en la zona considerada como “Reliquia Colonial” de la ciudad. Sus balcones típicos constituyen vigencia de una época de esplendor hispánico.
Museo de Historia: Funciona en un inmueble construido a finales del siglo XVIII. Perteneció a la familia Herrera, Caballeros de Calatrava. Fue adquirida y remodelada por la Corporación Venezolana de Fomento por iniciativa de un distinguido porteño, Actualmente en su sede, el instituto de Antropología e Historia del Estado Carabobo, sostiene un interesante Museo de Historia.
Borburata: En esta población surgidas años después de la destrucción de la ciudad del mismo nombre fundada por Juan de Villegas el año 1548, se encuentran varios inmuebles coloniales en las Haciendas de Solórzano, El Rincón y las Ibarras.
Puente de los Españoles: Se encuentra en el sector del caserío San Esteban. Antiguamente se utilizaba una vía para trasladarse al valle de Tacarigua (Valencia) cuyo trazado comprendía esta hermosa zona de grandes bellezas naturales. A pocos kilómetros del sitio conocido como “Campanero” se construyó este puente de arcadas de ladrillos, cuya descripción la hicieron naturalistas que visitaron la zona.


La Toma de Puerto Cabello no fue un hecho del azar, sino producto de la constancia y el valor republicanos. Cinco largos sitios procedieron la noche del asalto.

Año 1.812

El 4 de Mayo de 1812, un acontecimiento surgido del coincidente estado de guerra que imperaba en Venezuela, quedo estampado en la página que el estilo le trazó en Puerto Cabello en el libro glorioso de nuestra Historia Patria. El gran Libertador Simón Bolívar en el grado coronel de los ejércitos, hace su entrada en Puerto Cabello para cumplir sus funciones como jefe Político y Militar de esta plaza ante el cabildo compuesto por Manuel de Ayala, Cariso de Areste y Reina, José Landa, Simón Luyando, Rafael Martínez y José Nicolás Oliveros.

En Aquel instante tomo posición igualmente del cargo de Presidente de la Corporación, previo el juramento de Ley.

El 29 de junio de ese mismo año, trágico para la naciente República; Bolívar hizo convocar a un cabildo abierto donde tuvieran representación todos los sectores de la comunidad, con el fin de plantearles los serios problemas que se avecinaban por la falta de alimentos y la necesidad de defender la plaza ante posibles ataques de los enemigos.


Mientras se realizaba esta importante reunión, afuera serios disturbios alteraban la paz aprovechando la ausencia del comandante de la Fortaleza, un oscuro oficial llamado Francisco Fernández Vinoni, quien consumó la traición que costó 11 años de sacrificio a Puerto Cabello y a la patria, por lo tanto, el acta levantada al efecto en la sesión del cabildo no pudo ser firmada por los asistentes, ante la precipitada salida del coronel Bolívar hacia la zona de los acontecimientos.


Año 1.813

El 24 de junio de 1813; Trece meses después de ser derrotado en Puerto Cabello, traerá Simón Bolívar de nuevo la antorcha de la guerra al ámbito de la ciudad. En las puntas de las lanzas y bayonetas de la campaña admirable, regresa la libertad al centro del país. El 26 de Agosto de 1813 se presento el ejército republicano frente a Puerto Cabello, dejando establecido el primer sitio.


Fueron fusilados en el Castillo de Puerto Cabello, todos los presos republicanos que llevaban el nombre de Juan. Esta monstruosa medida aterrorizó a los habitantes de la ciudad e hizo inundar la región con las lágrimas de madres, esposas y familiares de las víctimas, inmoladas aquel luctuoso día.

Este inicial intento de reconquistar el importante bastión continental, durara tan solo veintitrés días. A pesar de los múltiples intentos por tomar la plaza a viva fuerza, y escuadrilla republicana desde el día ultimo de agosto, deberá el Libertador levantar el sitio el día diecisiete de septiembre. Se trataba entonces de atraer a una acción campal al ejército realista, reforzado desde el día catorce de ese mes por el Regimiento de Granada, bajo el comando del Coronel José Miguel Salomón. Las batallas se darían fuera del ámbito porteño, en la Sabana de Bárbula y en el estrecho de Las Trincheras, con la derrota de Don Domingo Monteverde.


Año 1.814

El día 8 del mes de Enero del 1814, al frente de trescientos sesenta en efectivos del batallón Girardot, el Brigadier José Feliz Rivas ataco la plaza y lo dejo establecido. Por la irrupción de José Tomas Boves en el centro del país y la suerte adversa de la República en la Batalla de La Puerta, se deberá suspender este asedio el 16 de Junio de 1814.


Se comentaba el año 1814, que el libertador le escribió una carta a Juan Jurado en la que le manifestaba su preocupación por aquel desgraciado suceso: “Fui nombrado Comandante de Puerto Cabello y Teniendo muchos reos que conspiraban contra el castillo y la plaza como lo lograron después, nos le pase por las armas según debía para salvar mi país y no perderlo como sucedió”.


El 12 de febrero de 1814, Ignacio Valle Mari-món, Agustín Bengoa, José Morales, Francisco Rey, Juan López y Manuel Peligri, se dirigieron al Arzobispo Narciso Coll y Prat, solicitando que el ilustre prelado interviniera con el Gobierno de la República, para que sus causas o expedientes fuesen revisados, ya que se encontraban prisioneros en el Castillo de Puerto Cabello, considerando injusta su detención.

El arzobispo recibió la carta por intermedio de un negro natural de Puerto Cabello, quien gozaba de toda su confianza. Se entrevistó con el General Bolívar en su habitación de Caracas, donde disimuladamente como correspondía, "le entró de firme sobre la suerte de aquellos infelices, ponderándole la iniquidad de Ribas y de otros caraqueños en haberlos hecho desembarcar en La Guaira con el falso y abominable pretexto de que el país estaba por Fernando VII".


Año 1.821

Surgió Carabobo en la Batalla Inmortal que aseguro la Independencia de Venezuela, el 24 Junio de 1.821. Pero en su escapada milagrosa, el General Latorre se refugia en Puerto Cabello. Con su destrozado ejército y con otros grupos de realistas al amparo de la estratégica plaza, hostiga a los patriotas, que aunque no ponen en peligro la causa de la Independencia, impide consolidarla en nuestro Territorio.

En su brillante carrera Militar, por primera vez, el General José Antonio Páez ejerce el Comando Supremo del Ejercito Libertador, en el preciso instante de impartir la Orden de poner sitio ala Ciudad de Puerto Cabello en el mes de Mayo de 1.822. Las operaciones comenzaron tomando El Vigía, Borburata y El Pueblo de Afuera. El General Latorre debido al cerco Militar impuesto por los patriotas, se vio precisado a expulsar a más de doscientas mujeres, niños y ancianos, cuya presencia en la zona sitiada, por falta de alimentos, agravaba su situación.


A no ser por la apertura llegada de un barco español con provisiones y refuerzos militares que permitieron rechazar los ataques patriotas por mar, los realistas tal vez hubieron acelerado su rendición.
Latorre fue enviado a Puerto Rico en Junio de 1.822 con el cargo de Capitán General. En la plaza de Puerto Cabello quedó el General Morales, quien insiste en continuar hostigando a los patriotas con el fin de recuperar el Territorio perdido. Atrevido en sus expediciones, el peninsular se obstina en retornar en sus andanzas. A pesar de algunos éxitos obtenidos, definitivamente fracasa en su empresa y decide refugiarse en su artillada y estratégica Fortaleza.

Año 1.823

Otro de los antecedentes de la Toma de Puerto Cabello fue la gloriosa Batalla de Maracaibo por las siguientes razones: el único cuerpo de ejército Patriota que pudo salvarse intacto y compacto fue el Batallón “Valencey”, el cual disciplinadamente y en excelente moral, re retiró a Puerto Cabello, donde encontró refugio seguro.

Los Dioses de la guerra derramaban sus bendiciones bajo el cielo de América y el 24 de Julio de 1.823 la flota patriota cruza la Barra de Maracaibo y antes de que los realistas pudiesen levar anclas, realizan la hazaña de apresar varias de sus embarcaciones y en feroz lucha que dura tres horas, hunden un barco español y apresan a los diez restantes. Morales, importante y en su carácter de Capitán General de la Costa firma, entrega a Maracaibo el castillo de San Carlos, pero no incluye enla Capitulación a Puerto Cabello. Después de este acontecimiento, Morales se embarca para la Habanay deja como responsable de Puerto Cabello al General Calzada, quien se había negado con anterioridad a reconocer la Capitulación, declarando que mientras quedara una piedra sobre otra, lucharía por España.


En Septiembre de 1.823 Páez se encuentra en la Guaira y desde ese punto reúne elementos de guerra y embarcaciones que permiten su libre entrada por la rada porteña desesperado escribe a Don Sebastián de la Calzada instándole a que entregara la Plaza para evitar derramamiento de sangre. Le ofrece la suma de 25 mil pesos para la repatriación de sus hombres. Escribe igualmente a Don Jacinto Iztueta, civil español que simpatizaba con los patriotas.

La preocupación de Páez crece cada día y el deseo de liberar el pedazo de suelo patrio, es ya una obsesión. Se apodera de la batería situada a la orillas del manglar, después de intenso fuego enemigo. Captura el Fortín Solano, por la situación natural como por sus estratégicos y bien construidos fuertes y Baterías. Dentro de sus inmuebles estaban guarecidos heroicos combatientes del Regimiento Valencey, junto con centenares escapados de la derrota de Carabobo. El comandante realista Sebastián de la Calzada, hombre resuelto y con gran carácter, tercamente resistía con la esperanza de lograr una victoria final. En el Puerto, anclados se encontraban varios barcos de guerra que no combatieron en Maracaibo y entre ellos la poderosa Corbeta “Bailen”. Páez no desmayaba en sus operaciones. Atacó la batería El Trincherón, situada a la orillas de un manglar y que se encontraba defendida por valientes y expertos artilleros. El suceso tuvo lugar el 7 de octubre. Esta acción le permitió dirigir un ataque directo a la ciudad. Más tarde construyó una batería en los Cocos, dominando hasta la boca del Río de San Esteban, donde los sitiados obtenían las provisiones y agua potable. Hizo colocar otra batería al Este de los Cocos, lo que permitió dirigir el fuego pesado sobre los muros de la ciudad y sobre las fortificaciones que la defendían. Todos los daños ocasionados por el intenso fuego patriota, los realistas con una habilidad asombrosa los reparaban en la noche, pero a pesar de esto y a que las fuerzas comandadas por Páez tenían en su poder al estratégico Mirador Solano, las perspectivas de victoria eran muy lejanas por la tenacidad de los defensores de aquel bastión de Castilla.

Hay movimientos en el sector de Trincherón. Se ha redoblado la vigilancia con servicio especialmente de centinelas. Días antes, Pedro Calderón, con una flechera armada, desde el estrecho que forma el manglar y la batería de El Trincherón al pie del cerro, impedía el libre tránsito de tropas desde Borburata. Fue necesario redoblar el fuego poniendo en retirada a la pequeña embarcación, la cual sufrió averías. Se han observado claras y recientes huellas de seres humanos que se internan hasta lo profundo de la espera vegetación que cubre las aguas saladas.

En el Trincherón la guardia continuaba nerviosa y vigilante de repente, del oscuro ramaje del manglar surgió como un fantasma la figura de un hombre de arza negra, que hizo estremecer al veterano centinela. Era el negro Julián Ibarra, esclavo de Jacinto Iztueta. Con las manos en alto, tartamudeando, avanzó como queriendo confundirse con la historia. Con los brazos atados a la espalda, en silenciosa procesión, el negro avanzó entre una hilera de soldados jubilosos. Era indudable que tal vez la pieza cazada tendría un valor incalculable…Páez reposaba en la fresca hamaca guindada entre dos corpulentos árboles a la orilla del río. A su lado, el estado Mayor observada prudente los movimientos del prisionero, mientras el General Mariño, con Manuel Cala, Arguindique, Farfán y otros oficiales, trazaban misteriosos arabescos en la arena iluminada por el débil círculo de luz que ofrecía la pequeña lámpara del General en Jefe… Con el fin de lograr un rápido entendimiento que permitiera el cese de una matanza inútil, se había hecho contactos con Don Sebastián de la Calzada, jefe realista. El enlace se hizo por intermedio de Don Jacinto Iztueta, quién merecía para entonces toda la confianza del Ejército Patriota.

Al General la Calzada se le había ofrecido toda clase de garantías, además de veinte y cinco mil pesos para los gastos que pudiera ocasionar su salida de la plaza. En estos momentos el destino le brindaba por intermedio de este negro de la boca misma del infierno, la gran oportunidad de lograr rápida victoria. Era milagroso el relato de este hombre providencial, pero existía una terrible duda…


· ¿Qué buscaba a este lado de las Trincheras en una zona de intensa peligrosidad…?


· ¿Qué causa lo movía a exponer su vida diariamente?


· ¿Qué medios utilizas para trasladarte a esta zona, sin ser observado por los centinelas enemigos?

A pie por los manglares –respondió el negro como queriendo zafarse de una difícil situación-.

Si este negrito dice la verdad le perdono la vida, pero si lo que confiesa es falso, los buitres tendrán buen banquete de carne morena –expresó Páez al tiempo que ordenaba quitarle los mecates que aprisionaban las manos del esclavo.

El General Páez escuchó pacientemente al negro, aprovechando el mínimo detalle del relato. Mentalmente trazaba futuros planes y el gran problema que constituía el asalto de la Plaza se estaba tornando fácil.

La inmediata acción que se proyectaba ponía en peligro la vida de tres brillantes oficiales patriotas. Al recibir todas las seguridades del caso, el negro no dudo de la seguridad republicana. Esa misma madrugada se escapó por la intricada maleza llevando en sus alforjas la esperanza del Estado Mayor.

Correspondía ahora a Páez la parte difícil del estratégico plan, coordinar el ataque final. En esa etapa, el caudillo quiso agotar los medios persuasivos y dirigió al Jefe Español una esquela ultimátum ofreciéndole toda clase de garantías si arreglaba la Plaza sin inconvenientes.

Calzada estrenaba galones de General y recordaba el triste fin del antiguo comandante del Fortín Solano… su brillante posición dentro del Ejército español conquistada a base de duras luchas, en la cuales, el crimen jugó un buen papel en algunas oportunidades; su deseo de superación profesional y la esperanza que aún mantenía de un posible colapso republicano, lo hicieron redactar una agresiva respuesta.

Claramente la población sitiada observaba el continuo movimiento de las tropas patriotas. Desacostumbrada actividad en la construcción acelerada de trincheras. La picota sin contemplación tumbaba viejas edificaciones y el continuo retumbar de los cañones presagiaba el inicio de una batalla… Quinientos hombres trabajaban fatigosamente durante toda una noche abriendo zanjas y tratando de torcer el curso del río. Se distraía con esta hábil maniobra, la atención de los realistas, muchos de los cuales consideraban suicida la actitud de los patriotas.

Seguro como estaba el General en Jefe Republicano de que el enemigo no sospechaba que el asalto no se daría directamente por el muro, dispuso que todas las piezas de artillería rompieran fuego desde las cinco de la mañana del día 7 de Noviembre, hasta la hora en que se diera una contraorden. Se pretendía con esta maniobra distraer al enemigo y fatigarlo por la prolongada acción que simulaba un ataque directo.

El ataque de atención se escuchó como un grito de alerta, por que los soldados casi saltaron de sus puestos poniéndose en posición de escuchar las órdenes de mando. El General Páez, visiblemente emocionado, hace acto de presencia colocándose frente al grupo. Un silencio supremo lleno de angustiosas expectativas reina en el momento de impartir la orden definitiva del ataque.

El riesgo de esa peligrosa Empresa era inminente y el mismo General Páez lo señalaba al afirmar, que en la guerra la temeridad deja de ser imprudente cuando la certeza de que el enemigo está desapercibido para un golpe, asegura el buen éxito de la operación, por arriesgada que sea.

El General Sebastián de la Calzada, quien después de haber resistido valiente y obstinadamente el fuerte El Principal, viendo diezmadas sus tropas y sin ninguna posibilidad de escape, solicita al capuchino Antonio Pimentel una entrevista con el General Páez. Esta se realiza más tarde en el interior de la iglesia Parroquial. La presencia del General en Jefe en aquel sagrado recinto, donde la altivez hispánica recibía duro golpe, causó la admiración de los vencidos.

Aún el eco de la palabra convertida en promesa no se había apagado, cuando se produjo el primer intento de rebelión. Era algo inaudito y así lo comprendía el Jefe patriota; pero surgió repentinamente un suceso que no estaba previsto. El castillo de San Felipe continuaba alzado.

Páez dice evitar una matanza injustificada y envía una nota conciliatoria al Coronel Carrera. Sabe el caudillo llanero de los refugiados en el viejo cascarón del Castillo no tiene otra alternativa que entregarse aceptando pacíficamente la rendición, o realizar un acto insólito, suicida y espontáneamente criminal, por cuanto ese sitio se encuentran numerosas personas ajenas al drama y otras que desean sinceramente evitar esta inútil matanza.


Se toma la histórica decisión de entregar la espada al General Sebastián de la Calzada. Simbólicamente se le concedía el mando de su tropa. Iría a la fortaleza y en su condición de comandante procedería con su autoridad a hacer respetar las condiciones impuestas por el vencedor. Un acuerdo honorable es el fruto de la gestión de la Calzada ante los oficiales alzados de la fortaleza, reconocen su autoridad y por supuesto aceptan disciplinadamente las condiciones impuestas por el adversario. Imponente ceremonia procede la firma del Acta de Capitulación. El toque de oración surge como un llanto de la vieja corneta, mientras un soldado del Rey enjuga sus lágrimas arriando marcialmente el pabellón que por espacio de tres Siglo ha sido símbolo de dominación y vasallaje. El saludo de la Patria lo anuncia el estampido de los cañones y el sonoro canto de las campanas del cercano templo. Al tope del asta sube orgullosa la gloriosa enseña mirandina. El Amarillo, Azul y Rojo elevan sus colores buscando el infinito, porque infinita es la conquista de la Naciente República.





BIBLIOGRAFÍA


José Antonio Páez, por Miguel Elías Dao, año: 1.991; Impreso en Venezuela por ItalGráfica, srl; 43 Págs.


El Negro que le Dio la Espalda a la Gloria; Por Miguel Elías Dao; Impreso por ItalGráfica, Año: 1.986; 96 Págs.


Héroes Populares de la Toma; Diario La Costa; Publicado el 24-04-2008, Págs. 11.

Noti-Tarde; Edición Especial; Toma de Puerto Cabello; Publicada el 8 de Noviembre de 1.994; Pág. 3.


Participantes:


Cedeño Ivon C.I. 10.254.081


Parra Aritza C.I. 11.845.799


López Luisa C.I. 11.752.718


Rivero Maricarmen C.I. 11.747.861


Coello Jessica C.I. 11.752.919


Facilitadora:


Lic. Elia Días


Puerto Cabello, Mayo del 2.008

domingo, agosto 31, 2014

Testimonios: El Porteñazo fue una verdadera batalla


José Ramón López Gómez, médico de guardia del hospital “Molina Sierra” el 2 de junio de 1962
Puerto Cabello, 2 de Junio 2013 A sus 87 años de edad, rodeado del amor y cariño de sus seres queridos en la quinta “Por Fin” de la urbanización Cumboto Norte, el doctor José Ramón López Gómez recuerda cada minuto de la experiencia que a él le tocó vivir aquel 2 de junio de 1962, cuando el hospital del Instituto Venezolano del Seguro Social “Francisco Molina Sierra”, donde él estaba de guardia como médico residente, se convirtió en objetivo militar, luego de que los rebeldes y civiles alzados en armas lo tomaran e instalaran allí una ametralladora “punto cincuenta”, la cual fue accionada durante la refriega. A continuación el artículo titulado “Cuando el Porteñazo”, redactado por López Gómez y leído por él el 25 de junio del año pasado en la reunión de la Academia de Historia, capítulo Carabobo, efectuada en la sede de Cámara de Comercio de Puerto Cabello. Aquel 2 de junio Ese día amanecí de guardia como médico residente y en aquella soleada mañana, corría el rumor de que en la Base Naval “Agustín Armario” que estaba en estado de excepción en la sede la Armada y nada más. Ya a las 7 y 30 a.m. se podía escuchar en el ámbito de la ciudad, descargas de fusilería, el tableteo de las ametralladoras y el ulular de las sirenas de las ambulancias. Transcurridos algunos minutos fui llamado a servicio de emergencia para atender dos personas que habían ingresado aparentemente sin vida; al instante corrí a la emergencia y efectivamente encontré a dos civiles, un hombre y una mujer muertos, a quienes les sorprendió la balacera cuando se dirigían a sus respectivos sitios de trabajo. Por cierto, a ellos me unían lazos de amistad y compañerismo muy estrechos; por pertenecer uno, a un centro cultural del cual éramos socios; y la otra, por ser la secretaria del Colegio de Médicos de la ciudad. Fue entonces cuando nos informaron que había ocurrido un alzamiento cívico-militar con sede en la Infantería de Marina y que había motín de gente armada militar y civiles en el sector marítimo de la ciudad. Trasladados los occisos a la estrecha morgue del hospital y hecho un buen inventario de la situación, entendí que tenía que tomar medidas de emergencia inmediatas. Como residente más antiguo y en ausencia del director del hospital, para aquel momento residenciado en Valencia y por razones obvias sin poder acercarse al centro de salud, me reuní entonces con el personal médico y de enfermería representado este último por una ejemplar ciudadana, Mercedes Alcoser, enfermera titular graduada en la Cruz Roja Venezolana en Caracas y sobrina de Menca de Leoni, esposa de un alto secretario del Gobierno nacional, Raúl Leoni, ulterior presidente de la República. Debo agregar que Mercedes, mi amiga personal, entrañable profesional, valiente y abnegada mujer, sería mi compañera de trabajo incansable en aquellas terribles horas que tuvimos por delante. El grupo de médicos especialistas de guardia y todos los demás: personal auxiliar, laboratorio, farmacia, faena, aseo y cocina ya se habían incorporado a su rutina con el natural desasosiego propio de las circunstancias, pero puestos a la orden de quien esto escribe. Después del ingreso de mis amigos ya cadáveres, comenzó el trajín en la emergencia de nuestro hospital: la mayoría transeúntes heridos del combate que se escenificaba afuera.Tropas rebeldes tomaron el Molina Sierra Pocas horas después de iniciada la asonada, el “Molina Sierra” fue ocupado por una compañía de la Infantería de Marina comandada por un capitán de corbeta e integrada por personal civil armado sumado al alzamiento. Fue entonces cuando se nos llenó el “cuarto de agua” como suele decirse, heridos de ambos bandos, algunos ya muertos, heridos de bala de diversa gravedad y todo el mundo afrontando con valor las obligaciones del caso. Llegó un momento en que estaba activo todo el personal disponible para atender la emergencia y que no se daba abasto; por lo que fue necesario incorporar al personal que estaba libre, a quienes mandamos a buscar en breves notas de emergencia y en los vehículos disponibles: ambulancias, jeeps oficiales o particulares, etc. Nadie se negó a cumplir con su deber (cirujanos, hematólogos, médicos generales, anestesiólogos), todo el personal médico cumpliendo al unísono con la emergencia. Algunos de ellos fueron Enrique Guerra, Carlos Peraza, Jesús González Ortiz, Alfredo Guillén, Roberto Añez, Hernán Cortina y muchos más; la mayoría hoy fallecidos: enfermeras, titulares y auxiliares, ayudantes de emergencia, camilleros, personal auxiliar de nuestro grupo en el curso de aquellas interminables horas. Desde ese momento y lugar, con mi colega Enrique Guerra habíamos intervenido quirúrgicamente una cincuentena de heridos, algunos con desenlaces mortales por la gravedad de las lesiones existentes en aquellos cuerpos martirizados por la metralla y las balas, sé que también otros grupos trabajaron con igual tesón y heroísmo en aquellas horas En el Hospital Municipal también fueron atendidos muchos heridos por el personal médico y de enfermería presentes en ese centro de asistencia, de los cuales no puedo dar detalles, pero sí sé que trabajaron con igual interés y denuedo como lo hicimos en el hospital de “Molina Sierra”. Entre ellos recuerdo a los médicos Luis Alberto Vargas y Cosme Martínez. Objetivo militar A media mañana se hicieron presentes en el ámbito aéreo los aviones cazabombarderos que atacaron el Fortín Solano, ocupado por fuerzas rebeldes. El Comandante de las fuerzas leales de ocupación fue el Coronel Monch. Hubo momentos dramáticos difíciles de olvidar cuando nuestro hospital fue sitiado por un batallón proveniente de Barquisimeto y un proyectil de cañón 106 mm, de las fuerzas que cercaban el hospital, voló prácticamente el sexto piso del establecimiento que fungía de comedor, afortunadamente desocupado para aquel momento. Fue necesario tomar algunas medidas como solicitar al oficial ocupante del instituto silenciar una ametralladora de las llamadas “punto cincuenta” colocada en el patio de la edificación que daba a la calle adyacente, la cual mantenía un incesante, monótono y mortal “chaca-chaca-chacan”. Yo mismo conseguí una sábana blanca que pintamos con una cruz roja para señalar que éramos un hospital; de momento fui interrumpido en aquella misión, por el cañón de una pistola que alguien colocaba en mi sien para señalarme que estaba prohibido rendirse, anécdota circunstancial. Otra anécdota que referí fue, cuando en el hospital, y dispuestos a entregarse los militares rebeldes, un grupo de civiles, entre quienes se encontraba el señor Wefer, personal de la oficina de administración; Hernán Cortina, médico traumatólogo actuante y otros civiles, caminaron bandera blanca en alto, por la calle adyacente a la emergencia para solicitar el fin de la acción militar frente al hospital que en realidad para aquel momento albergaba más de un centenar de heridos y operados. Ya avanzada la tarde, al silenciarse el fuego, al cesar el estampido de fusiles, ametralladoras y el cañón, me tocó acompañar de forma respetuosa y silenciosa la revista por las salas de hospitalización repletas de heridos y enfermos comunes, acompañando al oficial y soldados encargados de tomar el edificio después de la rendición. Cumplido los requisitos de rigor, al aparecer los jefes naturales del hospital me tocó retirarme hasta mi casa, donde esperaban mis familiares angustiados por aquellos días que en mi condición de médico, encargado de la dirección del hospital del Seguro Social me mantuvieron alejado de mi hogar. Medio siglo después escribí estas notas como un respetuoso recuerdo de los aciagos momentos vividos en aquel entonces y el reconocimiento a todos los caídos y sufridos en la acción: rebeldes y leales, inocentes y culpables. Puerto Cabello vivió durante 48 horas una verdadera batalla por aire, tierra y mar con muchos muertos en la acción, muchos heridos y sufridos como huella del fragor de aquellas horas. La imagen de monseñor Padilla, aún presente en la esquina La Alcantarilla, en el cruce de las calles Juncal y Urdaneta, recogiendo el herido mortal: un oficial de los leales que murió en sus brazos, es otro hecho cuya huella ha permanecido a través del tiempo. Una fosa común en el Cementerio Municipal aún sirve de reservorio de las cenizas de leales y culpables, soldados y civiles, muertos en acción; y la de los testigos de excepción que cayeron por haber tenido el infortunio de estar en las zonas de combate como simples transeúntes. Un profundo respeto por la memoria de todos los que cayeron, algunos por sus ideales y otros en cumplimiento del deber. Honor a todos ellos.

Pausides Rodríguez
07:54 a.m. 03-06-13
ppmt2014

domingo, enero 12, 2014

Así se vivió el CES 2014, la Feria Mundial de la Tecnología Este contenido ha sido publicado originalmente en Vanguardia.com en la siguiente dirección: http://www.vanguardia.com/actualidad/tecnologia/241508-asi-se-vivio-el-ces-2014-la-feria-mundial-de-la-tecnologia. Si está pensando en hacer uso del mismo, recuerde que es obligación legal citar la fuente y por favor haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. Vanguardia.com - Galvis Ramírez y Cía. S.A.

Desde 1967, sin falta, un tipo de particulares ‘apostadores’ se dan cita a comienzos de cada año en Las Vegas, la capital mundial del entretenimiento, para conocer sobre el futuro, cada vez más inmediato, y ver qué será lo que sorprenderá al mundo.
Son todos los personajes que participan en el CES (Consumer Electronics Show). En la edición 2014 cada uno de los participantes fue un apostador, desde los productores de tecnología que buscan marcar la diferencia con sus dispositivos, hasta los compradores que se la juegan en cada negocio, pasando por los periodistas, que en ese universo de opciones buscan encontrar lo más destacado.

No es para menos, pues en los más de 45 años de historia de esta exhibición, fue allí donde se conocieron, apenas como prototipos, equipos que harían historia en el mundo, como un dispositivo que permitía reproducir películas en un televisor, que luego sería llamado Betamax y tiempo después el VHS, que además permitió grabar contenido de audio y video desde el televisor.

Los primeros pasos de la expansión del mundo global también se dieron a conocer allí, donde fueron exhibidos el CD, el DVD, el Blu-Ray, así como el MP3, que en su momento no recibió buenas críticas de la prensa especializada, tanto que algunos se atrevieron a asegurar que veían un futuro incierto para ese formato, sin darse cuenta que en el futuro se convertiría en el archivo digital por excelencia.

De los últimos años la masificación de la tercera dimensión y el 4K, fueron las noticias más destacadas que se generaron en el CES, por lo que todos los conocedores y amantes de la tecnología permanecieron conectados y expectantes durante los últimos días, bien sea en Las Vegas o a través de las redes sociales.

Ello pese a que la inmediatez y la creación de otras ferias tecnológicas en el mundo, la mayoría especializadas en cierto tipo de dispositivos, han hecho que baje la cantidad de lanzamientos de nuevos productos, prototipos y futuros equipos.

De gran importancia

Fue tal la importancia que llegó a tener el CES, que entre 1978 y 1994 se realizaron dos ediciones al año, al estilo feria de tendencias de moda, el CES de invierno en Las Vegas y el de verano en Chicago.

Este año fueron 3000 las empresas que decidieron exponer sus productos, cerca de 20 mil novedades, apreciadas por 150 mil personas especializadas en el campo de la tecnología. También hubo más de 200 charlas en las que se discutieron las tendencias del mercado, con cerca de 500 ponentes internacionales.

Aunque no todo lo que se mostró en el centro de exposiciones de Las Vegas se convierta en una realidad en el futuro, sí es seguro que la reacción que produjeron los prototipos en el CES, es un buen termómetro para que sus realizadores sepan si van por un buen camino o si definitivamente deben abandonar el proyecto.

El CES se vive antes y después de sus fechas oficiales. En diferentes hoteles en Las Vegas, entre casinos y centros de eventos, se desarrollaron encuentros para los cuales los participantes, previamente acreditados, realizaron filas de ingreso por más de dos horas, debiendo muchos otros presentase a salas alternas con pantallas de video y transmisiones vía internet.

Siendo Asia el principal proveedor de tecnología, el público asiático es el más numeroso en asistencia al CES. Dispositivos móviles en mano, van reportando en sus redes sociales el minuto a minuto de lo que sucede en el encuentro.

Fue una edición con el protagonismo de la Ultra Alta Definición, así como el desarrollo de los hogares inteligentes y el avance en la capacidad y uso de las tabletas. Por ese cóctel, muchos pronostican que el fin de los computadores portátiles, como los conocemos hoy, está cerca.

Publicada porCOLPRENSA

Este contenido ha sido publicado originalmente en Vanguardia.com en la siguiente dirección: http://www.vanguardia.com/actualidad/tecnologia/241508-asi-se-vivio-el-ces-2014-la-feria-mundial-de-la-tecnologia