viernes, noviembre 07, 2014

La Toma de Puerto Cabello (Realizado 2008)



                       

                           Castillo San Felipe hoy llamado Castillo Libertador

PUERTO CABELLO

Situación Geográfica de Puerto Cabello:

Puerto Cabello se encuentra situado al Norte del Estado Carabobo, limitando al norte con el Sur Caribe, al Sur con los municipios Naguanagua, San Diego y Guacara; al Este el Estado Aragua y al Oeste con el Municipio Juan José Mora.


Superficie:

729 Kilómetros cuadrados, equivalentes al 6.27% del territorio de Carabobo.
Población:

407.266 Habitantes Estimados

Altura sobre el Nivel del Mar:

Por debajo de los 5 metros.


Fecha de Fundación:

Se Supone en el año 1589. Para 1738 se crea la parroquia Eclesiástica.

La Toma de Puerto Cabello

El puerto se convirtió durante la colonización en un punto importante para el comercio, durante este ciclo se creó la Real Compañía Guipuzcoana, que servía para controlar la entrada y salida de rubros productores de esta ciudad ya que era considerado como uno de los mejores puertos del nuevo mundo, en la actualidad aun se considera como uno de los puertos de mayor movilización Comercial en Latinoamérica y el primero en nuestra nación : desde aquí salía el cacao, el café, el algodón y el índigo a las islas holandesas

Las edificaciones coloniales más importantes son las siguientes:

Castillo Libertador: Construido durante la tercera década del siglo XVIII.
Fortín Solano: Situado en una colina que domina la porción geográfica que conforma la ciudad. Su construcción fue ordenada por el Geógrafo y Marino José De solano y Bote, en la séptima década del siglo XVIII.
Templo de San José (Iglesia el Rosario): Este edificio fue construido por la Compañía Guipuzcoana y en sus primeros tiempos fue utilizado como depósito de materiales. Más tarde se transformó en Templo Católico, siendo testigo de grandes acontecimientos históricos.
Casa de la Guipuzcoana (Biblioteca Dr. Miguel Elías Dao): Edificada por la Compañía Vasca en la tercera década del siglo XVIII.
Calle de Lanceros: Angosta vía, cuyas casas recuerdan los viejos tiempos de la colonia.
Casas Coloniales: Actualmente se encuentran numerosos inmuebles en la zona considerada como “Reliquia Colonial” de la ciudad. Sus balcones típicos constituyen vigencia de una época de esplendor hispánico.
Museo de Historia: Funciona en un inmueble construido a finales del siglo XVIII. Perteneció a la familia Herrera, Caballeros de Calatrava. Fue adquirida y remodelada por la Corporación Venezolana de Fomento por iniciativa de un distinguido porteño, Actualmente en su sede, el instituto de Antropología e Historia del Estado Carabobo, sostiene un interesante Museo de Historia.
Borburata: En esta población surgidas años después de la destrucción de la ciudad del mismo nombre fundada por Juan de Villegas el año 1548, se encuentran varios inmuebles coloniales en las Haciendas de Solórzano, El Rincón y las Ibarras.
Puente de los Españoles: Se encuentra en el sector del caserío San Esteban. Antiguamente se utilizaba una vía para trasladarse al valle de Tacarigua (Valencia) cuyo trazado comprendía esta hermosa zona de grandes bellezas naturales. A pocos kilómetros del sitio conocido como “Campanero” se construyó este puente de arcadas de ladrillos, cuya descripción la hicieron naturalistas que visitaron la zona.


La Toma de Puerto Cabello no fue un hecho del azar, sino producto de la constancia y el valor republicanos. Cinco largos sitios procedieron la noche del asalto.

Año 1.812

El 4 de Mayo de 1812, un acontecimiento surgido del coincidente estado de guerra que imperaba en Venezuela, quedo estampado en la página que el estilo le trazó en Puerto Cabello en el libro glorioso de nuestra Historia Patria. El gran Libertador Simón Bolívar en el grado coronel de los ejércitos, hace su entrada en Puerto Cabello para cumplir sus funciones como jefe Político y Militar de esta plaza ante el cabildo compuesto por Manuel de Ayala, Cariso de Areste y Reina, José Landa, Simón Luyando, Rafael Martínez y José Nicolás Oliveros.

En Aquel instante tomo posición igualmente del cargo de Presidente de la Corporación, previo el juramento de Ley.

El 29 de junio de ese mismo año, trágico para la naciente República; Bolívar hizo convocar a un cabildo abierto donde tuvieran representación todos los sectores de la comunidad, con el fin de plantearles los serios problemas que se avecinaban por la falta de alimentos y la necesidad de defender la plaza ante posibles ataques de los enemigos.


Mientras se realizaba esta importante reunión, afuera serios disturbios alteraban la paz aprovechando la ausencia del comandante de la Fortaleza, un oscuro oficial llamado Francisco Fernández Vinoni, quien consumó la traición que costó 11 años de sacrificio a Puerto Cabello y a la patria, por lo tanto, el acta levantada al efecto en la sesión del cabildo no pudo ser firmada por los asistentes, ante la precipitada salida del coronel Bolívar hacia la zona de los acontecimientos.


Año 1.813

El 24 de junio de 1813; Trece meses después de ser derrotado en Puerto Cabello, traerá Simón Bolívar de nuevo la antorcha de la guerra al ámbito de la ciudad. En las puntas de las lanzas y bayonetas de la campaña admirable, regresa la libertad al centro del país. El 26 de Agosto de 1813 se presento el ejército republicano frente a Puerto Cabello, dejando establecido el primer sitio.


Fueron fusilados en el Castillo de Puerto Cabello, todos los presos republicanos que llevaban el nombre de Juan. Esta monstruosa medida aterrorizó a los habitantes de la ciudad e hizo inundar la región con las lágrimas de madres, esposas y familiares de las víctimas, inmoladas aquel luctuoso día.

Este inicial intento de reconquistar el importante bastión continental, durara tan solo veintitrés días. A pesar de los múltiples intentos por tomar la plaza a viva fuerza, y escuadrilla republicana desde el día ultimo de agosto, deberá el Libertador levantar el sitio el día diecisiete de septiembre. Se trataba entonces de atraer a una acción campal al ejército realista, reforzado desde el día catorce de ese mes por el Regimiento de Granada, bajo el comando del Coronel José Miguel Salomón. Las batallas se darían fuera del ámbito porteño, en la Sabana de Bárbula y en el estrecho de Las Trincheras, con la derrota de Don Domingo Monteverde.


Año 1.814

El día 8 del mes de Enero del 1814, al frente de trescientos sesenta en efectivos del batallón Girardot, el Brigadier José Feliz Rivas ataco la plaza y lo dejo establecido. Por la irrupción de José Tomas Boves en el centro del país y la suerte adversa de la República en la Batalla de La Puerta, se deberá suspender este asedio el 16 de Junio de 1814.


Se comentaba el año 1814, que el libertador le escribió una carta a Juan Jurado en la que le manifestaba su preocupación por aquel desgraciado suceso: “Fui nombrado Comandante de Puerto Cabello y Teniendo muchos reos que conspiraban contra el castillo y la plaza como lo lograron después, nos le pase por las armas según debía para salvar mi país y no perderlo como sucedió”.


El 12 de febrero de 1814, Ignacio Valle Mari-món, Agustín Bengoa, José Morales, Francisco Rey, Juan López y Manuel Peligri, se dirigieron al Arzobispo Narciso Coll y Prat, solicitando que el ilustre prelado interviniera con el Gobierno de la República, para que sus causas o expedientes fuesen revisados, ya que se encontraban prisioneros en el Castillo de Puerto Cabello, considerando injusta su detención.

El arzobispo recibió la carta por intermedio de un negro natural de Puerto Cabello, quien gozaba de toda su confianza. Se entrevistó con el General Bolívar en su habitación de Caracas, donde disimuladamente como correspondía, "le entró de firme sobre la suerte de aquellos infelices, ponderándole la iniquidad de Ribas y de otros caraqueños en haberlos hecho desembarcar en La Guaira con el falso y abominable pretexto de que el país estaba por Fernando VII".


Año 1.821

Surgió Carabobo en la Batalla Inmortal que aseguro la Independencia de Venezuela, el 24 Junio de 1.821. Pero en su escapada milagrosa, el General Latorre se refugia en Puerto Cabello. Con su destrozado ejército y con otros grupos de realistas al amparo de la estratégica plaza, hostiga a los patriotas, que aunque no ponen en peligro la causa de la Independencia, impide consolidarla en nuestro Territorio.

En su brillante carrera Militar, por primera vez, el General José Antonio Páez ejerce el Comando Supremo del Ejercito Libertador, en el preciso instante de impartir la Orden de poner sitio ala Ciudad de Puerto Cabello en el mes de Mayo de 1.822. Las operaciones comenzaron tomando El Vigía, Borburata y El Pueblo de Afuera. El General Latorre debido al cerco Militar impuesto por los patriotas, se vio precisado a expulsar a más de doscientas mujeres, niños y ancianos, cuya presencia en la zona sitiada, por falta de alimentos, agravaba su situación.


A no ser por la apertura llegada de un barco español con provisiones y refuerzos militares que permitieron rechazar los ataques patriotas por mar, los realistas tal vez hubieron acelerado su rendición.
Latorre fue enviado a Puerto Rico en Junio de 1.822 con el cargo de Capitán General. En la plaza de Puerto Cabello quedó el General Morales, quien insiste en continuar hostigando a los patriotas con el fin de recuperar el Territorio perdido. Atrevido en sus expediciones, el peninsular se obstina en retornar en sus andanzas. A pesar de algunos éxitos obtenidos, definitivamente fracasa en su empresa y decide refugiarse en su artillada y estratégica Fortaleza.

Año 1.823

Otro de los antecedentes de la Toma de Puerto Cabello fue la gloriosa Batalla de Maracaibo por las siguientes razones: el único cuerpo de ejército Patriota que pudo salvarse intacto y compacto fue el Batallón “Valencey”, el cual disciplinadamente y en excelente moral, re retiró a Puerto Cabello, donde encontró refugio seguro.

Los Dioses de la guerra derramaban sus bendiciones bajo el cielo de América y el 24 de Julio de 1.823 la flota patriota cruza la Barra de Maracaibo y antes de que los realistas pudiesen levar anclas, realizan la hazaña de apresar varias de sus embarcaciones y en feroz lucha que dura tres horas, hunden un barco español y apresan a los diez restantes. Morales, importante y en su carácter de Capitán General de la Costa firma, entrega a Maracaibo el castillo de San Carlos, pero no incluye enla Capitulación a Puerto Cabello. Después de este acontecimiento, Morales se embarca para la Habanay deja como responsable de Puerto Cabello al General Calzada, quien se había negado con anterioridad a reconocer la Capitulación, declarando que mientras quedara una piedra sobre otra, lucharía por España.


En Septiembre de 1.823 Páez se encuentra en la Guaira y desde ese punto reúne elementos de guerra y embarcaciones que permiten su libre entrada por la rada porteña desesperado escribe a Don Sebastián de la Calzada instándole a que entregara la Plaza para evitar derramamiento de sangre. Le ofrece la suma de 25 mil pesos para la repatriación de sus hombres. Escribe igualmente a Don Jacinto Iztueta, civil español que simpatizaba con los patriotas.

La preocupación de Páez crece cada día y el deseo de liberar el pedazo de suelo patrio, es ya una obsesión. Se apodera de la batería situada a la orillas del manglar, después de intenso fuego enemigo. Captura el Fortín Solano, por la situación natural como por sus estratégicos y bien construidos fuertes y Baterías. Dentro de sus inmuebles estaban guarecidos heroicos combatientes del Regimiento Valencey, junto con centenares escapados de la derrota de Carabobo. El comandante realista Sebastián de la Calzada, hombre resuelto y con gran carácter, tercamente resistía con la esperanza de lograr una victoria final. En el Puerto, anclados se encontraban varios barcos de guerra que no combatieron en Maracaibo y entre ellos la poderosa Corbeta “Bailen”. Páez no desmayaba en sus operaciones. Atacó la batería El Trincherón, situada a la orillas de un manglar y que se encontraba defendida por valientes y expertos artilleros. El suceso tuvo lugar el 7 de octubre. Esta acción le permitió dirigir un ataque directo a la ciudad. Más tarde construyó una batería en los Cocos, dominando hasta la boca del Río de San Esteban, donde los sitiados obtenían las provisiones y agua potable. Hizo colocar otra batería al Este de los Cocos, lo que permitió dirigir el fuego pesado sobre los muros de la ciudad y sobre las fortificaciones que la defendían. Todos los daños ocasionados por el intenso fuego patriota, los realistas con una habilidad asombrosa los reparaban en la noche, pero a pesar de esto y a que las fuerzas comandadas por Páez tenían en su poder al estratégico Mirador Solano, las perspectivas de victoria eran muy lejanas por la tenacidad de los defensores de aquel bastión de Castilla.

Hay movimientos en el sector de Trincherón. Se ha redoblado la vigilancia con servicio especialmente de centinelas. Días antes, Pedro Calderón, con una flechera armada, desde el estrecho que forma el manglar y la batería de El Trincherón al pie del cerro, impedía el libre tránsito de tropas desde Borburata. Fue necesario redoblar el fuego poniendo en retirada a la pequeña embarcación, la cual sufrió averías. Se han observado claras y recientes huellas de seres humanos que se internan hasta lo profundo de la espera vegetación que cubre las aguas saladas.

En el Trincherón la guardia continuaba nerviosa y vigilante de repente, del oscuro ramaje del manglar surgió como un fantasma la figura de un hombre de arza negra, que hizo estremecer al veterano centinela. Era el negro Julián Ibarra, esclavo de Jacinto Iztueta. Con las manos en alto, tartamudeando, avanzó como queriendo confundirse con la historia. Con los brazos atados a la espalda, en silenciosa procesión, el negro avanzó entre una hilera de soldados jubilosos. Era indudable que tal vez la pieza cazada tendría un valor incalculable…Páez reposaba en la fresca hamaca guindada entre dos corpulentos árboles a la orilla del río. A su lado, el estado Mayor observada prudente los movimientos del prisionero, mientras el General Mariño, con Manuel Cala, Arguindique, Farfán y otros oficiales, trazaban misteriosos arabescos en la arena iluminada por el débil círculo de luz que ofrecía la pequeña lámpara del General en Jefe… Con el fin de lograr un rápido entendimiento que permitiera el cese de una matanza inútil, se había hecho contactos con Don Sebastián de la Calzada, jefe realista. El enlace se hizo por intermedio de Don Jacinto Iztueta, quién merecía para entonces toda la confianza del Ejército Patriota.

Al General la Calzada se le había ofrecido toda clase de garantías, además de veinte y cinco mil pesos para los gastos que pudiera ocasionar su salida de la plaza. En estos momentos el destino le brindaba por intermedio de este negro de la boca misma del infierno, la gran oportunidad de lograr rápida victoria. Era milagroso el relato de este hombre providencial, pero existía una terrible duda…


· ¿Qué buscaba a este lado de las Trincheras en una zona de intensa peligrosidad…?


· ¿Qué causa lo movía a exponer su vida diariamente?


· ¿Qué medios utilizas para trasladarte a esta zona, sin ser observado por los centinelas enemigos?

A pie por los manglares –respondió el negro como queriendo zafarse de una difícil situación-.

Si este negrito dice la verdad le perdono la vida, pero si lo que confiesa es falso, los buitres tendrán buen banquete de carne morena –expresó Páez al tiempo que ordenaba quitarle los mecates que aprisionaban las manos del esclavo.

El General Páez escuchó pacientemente al negro, aprovechando el mínimo detalle del relato. Mentalmente trazaba futuros planes y el gran problema que constituía el asalto de la Plaza se estaba tornando fácil.

La inmediata acción que se proyectaba ponía en peligro la vida de tres brillantes oficiales patriotas. Al recibir todas las seguridades del caso, el negro no dudo de la seguridad republicana. Esa misma madrugada se escapó por la intricada maleza llevando en sus alforjas la esperanza del Estado Mayor.

Correspondía ahora a Páez la parte difícil del estratégico plan, coordinar el ataque final. En esa etapa, el caudillo quiso agotar los medios persuasivos y dirigió al Jefe Español una esquela ultimátum ofreciéndole toda clase de garantías si arreglaba la Plaza sin inconvenientes.

Calzada estrenaba galones de General y recordaba el triste fin del antiguo comandante del Fortín Solano… su brillante posición dentro del Ejército español conquistada a base de duras luchas, en la cuales, el crimen jugó un buen papel en algunas oportunidades; su deseo de superación profesional y la esperanza que aún mantenía de un posible colapso republicano, lo hicieron redactar una agresiva respuesta.

Claramente la población sitiada observaba el continuo movimiento de las tropas patriotas. Desacostumbrada actividad en la construcción acelerada de trincheras. La picota sin contemplación tumbaba viejas edificaciones y el continuo retumbar de los cañones presagiaba el inicio de una batalla… Quinientos hombres trabajaban fatigosamente durante toda una noche abriendo zanjas y tratando de torcer el curso del río. Se distraía con esta hábil maniobra, la atención de los realistas, muchos de los cuales consideraban suicida la actitud de los patriotas.

Seguro como estaba el General en Jefe Republicano de que el enemigo no sospechaba que el asalto no se daría directamente por el muro, dispuso que todas las piezas de artillería rompieran fuego desde las cinco de la mañana del día 7 de Noviembre, hasta la hora en que se diera una contraorden. Se pretendía con esta maniobra distraer al enemigo y fatigarlo por la prolongada acción que simulaba un ataque directo.

El ataque de atención se escuchó como un grito de alerta, por que los soldados casi saltaron de sus puestos poniéndose en posición de escuchar las órdenes de mando. El General Páez, visiblemente emocionado, hace acto de presencia colocándose frente al grupo. Un silencio supremo lleno de angustiosas expectativas reina en el momento de impartir la orden definitiva del ataque.

El riesgo de esa peligrosa Empresa era inminente y el mismo General Páez lo señalaba al afirmar, que en la guerra la temeridad deja de ser imprudente cuando la certeza de que el enemigo está desapercibido para un golpe, asegura el buen éxito de la operación, por arriesgada que sea.

El General Sebastián de la Calzada, quien después de haber resistido valiente y obstinadamente el fuerte El Principal, viendo diezmadas sus tropas y sin ninguna posibilidad de escape, solicita al capuchino Antonio Pimentel una entrevista con el General Páez. Esta se realiza más tarde en el interior de la iglesia Parroquial. La presencia del General en Jefe en aquel sagrado recinto, donde la altivez hispánica recibía duro golpe, causó la admiración de los vencidos.

Aún el eco de la palabra convertida en promesa no se había apagado, cuando se produjo el primer intento de rebelión. Era algo inaudito y así lo comprendía el Jefe patriota; pero surgió repentinamente un suceso que no estaba previsto. El castillo de San Felipe continuaba alzado.

Páez dice evitar una matanza injustificada y envía una nota conciliatoria al Coronel Carrera. Sabe el caudillo llanero de los refugiados en el viejo cascarón del Castillo no tiene otra alternativa que entregarse aceptando pacíficamente la rendición, o realizar un acto insólito, suicida y espontáneamente criminal, por cuanto ese sitio se encuentran numerosas personas ajenas al drama y otras que desean sinceramente evitar esta inútil matanza.


Se toma la histórica decisión de entregar la espada al General Sebastián de la Calzada. Simbólicamente se le concedía el mando de su tropa. Iría a la fortaleza y en su condición de comandante procedería con su autoridad a hacer respetar las condiciones impuestas por el vencedor. Un acuerdo honorable es el fruto de la gestión de la Calzada ante los oficiales alzados de la fortaleza, reconocen su autoridad y por supuesto aceptan disciplinadamente las condiciones impuestas por el adversario. Imponente ceremonia procede la firma del Acta de Capitulación. El toque de oración surge como un llanto de la vieja corneta, mientras un soldado del Rey enjuga sus lágrimas arriando marcialmente el pabellón que por espacio de tres Siglo ha sido símbolo de dominación y vasallaje. El saludo de la Patria lo anuncia el estampido de los cañones y el sonoro canto de las campanas del cercano templo. Al tope del asta sube orgullosa la gloriosa enseña mirandina. El Amarillo, Azul y Rojo elevan sus colores buscando el infinito, porque infinita es la conquista de la Naciente República.





BIBLIOGRAFÍA


José Antonio Páez, por Miguel Elías Dao, año: 1.991; Impreso en Venezuela por ItalGráfica, srl; 43 Págs.


El Negro que le Dio la Espalda a la Gloria; Por Miguel Elías Dao; Impreso por ItalGráfica, Año: 1.986; 96 Págs.


Héroes Populares de la Toma; Diario La Costa; Publicado el 24-04-2008, Págs. 11.

Noti-Tarde; Edición Especial; Toma de Puerto Cabello; Publicada el 8 de Noviembre de 1.994; Pág. 3.


Participantes:


Cedeño Ivon C.I. 10.254.081


Parra Aritza C.I. 11.845.799


López Luisa C.I. 11.752.718


Rivero Maricarmen C.I. 11.747.861


Coello Jessica C.I. 11.752.919


Facilitadora:


Lic. Elia Días


Puerto Cabello, Mayo del 2.008