jueves, diciembre 08, 2011

La era de los narcóticos digitales: sustancias serán relevadas por neuro-estímulos

Neuro-acupuntura psicoactiva: más allá del consumo de una sustancia, pronto podríamos estar dosificándonos con estados alterados de percepción confeccionados a la medida. drogas neurologicas digitales Al parecer aquellos días en que las personas que querían una sustancia para “viajar” recurrían a un dealer clandestino, tal vez mal encarado o al menos un tanto paranoico, pronto serán parte solo de la memoria colectiva. Y es que de acuerdo con Rohit Talwar, el fundador de Fast Future Research, una firma internacional de análisis de tendencias y escenarios futuristas, en poco tiempo, cuando desees jugar con las puertas de tu percepción, lo más probable es que ya no recurras a tu proveedor tradicional de sustancias, sino a un ingeniero en bioinformática, o algo parecido, para que te recete un protocolo de estimulación “a la medida” de tu personalidad y tu perfil psicológico. Gracias a los últimos avances en campos como la genética, las ciencias cognitivas, la nanotecnología y la bioinformática, parece que la era de la estimulación hiperprecisa, en la que ya no requeriremos consumir sustancias en sí, ya sean drogas o medicamentos, sino que utilizaremos neuroestímulos puntuales para detonar las reacciones deseadas (como una oda tecnológica a la máxima universal de la causa-efecto), se encuentra a pocos años de instalarse. “Entre más entendemos al cerebro humano, mayor es nuestra capacidad para generar efectos positivos como afinar las funciones ligadas a la memoria. ¿Quieres volar? ¿Quieres endulzarte? De hecho yo quiero vivir la vida, en mi cabeza, siendo mitad gato y mitad humano”, afirma Talwar en entrevista para la edición británica de Wired. En las últimas dos décadas se ha explorado ampliamente el campo de las neurociencias, lo cual paralelamente se ha desdoblado en el desarrollo de técnicas e instrumentos diseñados para inducir estados de percepción alterada en el ser humano. Y como suele suceder, el mundo del arte, en particular el de la literatura y el cine, han servido como catalizadores proféticos de manifestaciones futuras. En el primero de los casos tendríamos que citar, obviamente, la novela Neuromancer, del gran William Gibson, la cual se convirtió en una especie de contundente manifiesto pare el movimiento cyberpunk (tal vez la primer tribu humana que coqueteó con la inducción de estados alterados a través de recursos tecnológicos). En el caso del cine, cómo olvidar, por ejemplo, el tanque de aislamiento sensorial popularizado en la película Altered States (1980), dirigida por Ken Russell, o los electroviajes que utilizaban para dosificarse los personajes de Strange Days (1995), una cinta un tanto profética, que hace más de 15 años ya anunciaba la llegada de la era de los narcóticos digitales (¿el Madmax de la drogas?). 
Siguiendo con algunos de los antecedentes del escenario futurista de las drogas, podríamos incluir una tendencia que se popularizó en los últimos cuatro años: los sonidos binaurales. Esta práctica de algún modo encarna el primer destello de la comunión entre la cultura pop y los estimulantes digitales. Bajo la premisa de “malabarea con tu percepción a través de un mp3″, miles de jóvenes han recurrido a la descarga de estas piezas sonoras con el fin de modular sus frecuencias cerebrales en busca de acceder a estados “inusuales”. «Los tonos o beats binaurales, son artefactos de procesamiento auditivo, cuya percepción se desenvuelve dentro del cerebro en forma independiente a la de los tradicionales estímulos físicos. Este efecto fue descubierto por Heinrich Wilhelm Dove en 1839. Ante esta estimulación nuestro cerebro produce pulsaciones en bajas frecuencias que se presentan, separadamente, al oído de la persona a través de audífonos en sonido estéreo. Ambos tonos serán automáticamente fusionados por nuestro cerebro en un solo sonido, la frecuencia de estos tonos debe estar por debajo de los 1,500 Hertz. La diferencia entre ambas frecuencias debe ser limitada, menor a 30 Hz para lograr que el efecto se concrete. En caso contrario evitaríamos la fusión de ambos tonos y no se lograría la gestación del beat inductor», explicamos en una nota publicada hace poco más de un año en este mismo sitio. Pero como suele suceder con la exploración psiconaútica, parece que la verdadera meca de la futura escena narcotico-digital aún se mantiene en dos nichos puntuales, el underground y el científico, y que tendremos que esperar un poco para que se derrame al resto de la población: primero a los más osados y posteriormente envolverá a las masas. En este sentido resulta muy estimulante lo que está sucediendo en el laboratorio de neurociencias de la Universidad de Berkeley, en California. Hace unos meses, investigadores replicaron imágenes visualizadas en la mente de una persona, a través de los patrones registrados en su actividad cerebral, es decir, lograron traducir las imágenes que generaba una persona internamente, a data visual proyectada en un video. Pero lo más interesante es que, de combinadarse con terapia transcraneal, esta técnica permitiría detonar “viajes” precisos en la mente de una persona. “También podrías visualizar la experiencia y luego confeccionar exactamente el efecto que deseas experimentar. Esta convergencia nano-info-bio-cogno nos conduce a esferas bastante interesantes”, nos dice Talwar, quien fue contratado por el gobierno británico para investigar lo que sucederá dentro del escenario de las drogas en los próximos veinte años. Pero el “experto” en futurismo no para ahí, sino que incluso se aventura a describir, con cierto detalle, un posible escenario: utilizando proteínas biológicas que contengan tecnologías de procesamiento de información, se podrían liberar efectos específicos detonados a través de estimulación electromagnética. Estas podrían consumirse en, por ejemplo, un club nocturno, en donde el DJ sería el encargado de liberar nanopartículas que los asistentes podrían ingerir. Posteriormente estas serían utilizadas para disparar un estado deseado, en un punto determinado de su set musical, utilizando un estímulo eléctrico sobre el cerebro del público. Para terminar este apasionante ejercicio futurista, lo más pertinente es repasar, aunque sea brevemente, los pros y contras del posible escenario. Por un lado, la era de los narcóticos digitales sugiere la caducidad del narcotráfico organizado a gran escala, lo cual a su vez aniquilaría a los actuales cárteles de la droga, con todos los beneficios sociales que ello implicaría. Por otro lado se corre el riesgo de que las grandes farmacéuticas, una mafia que aunque sea legal no por ello es menos nociva que los cárteles, copte y restrinja el uso de la electroestimulación y transforme está practica en mercado. Desde otra perspectiva, resulta bastante satisfactorio saber que si los últimos descubrimientos en el campo de las neurociencias están ya siendo aprovechados por industrias esencialmente nefastas, como en el caso del neuromarketing o del neurocine comercial, y ni qué hablar de gobiernos (neuropolítica) y agencias de inteligencia, también pueda traer beneficios a una de las prácticas más loables y más humanas en la historia de nuestra especie: la psiconáutica. Y como en todo ejercicio futurista, en realidad no resta más que esperar y confiar en que a partir de la comunión de estos pulsos que forman la ‘punta de lanza’ del arte, la ciencia, la psicología, y la espiritualidad, resulte un paisaje altamente estimulante, y que nosotros, los observadores activos, sepamos traducir los nuevos cúmulos de estimulación en lecciones, habilidades, sonrisas y, sobre todo, en esa paz interna que resulta, como una consecuencia ineludible, de la canalización consciente de información. 
Twitter del autor: @paradoxeparadis / Lucio Montlune

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