martes, noviembre 06, 2007

Los biocombustibles, energÍa de doble filo

Isabel Martínez Pita / EFE

Pero, ¿qué significa biocombustible? El término biocombustible se refiere a los derivados de la biomasa, es decir, procedentes de los deshechos de organismo vivos, tales como el estiércol de vaca.

Las crisis del petróleo, los problemas de seguridad de la energía nuclear y los síntomas del calentamiento global de la atmósfera por emisiones de CO2 han hecho renacer el interés por el aprovechamiento de la energía renovable. Las fuentes renovables son una forma inagotable y limpia de producir energía porque pueden ser reemplazadas tan pronto como son consumidas al encontrarse en cantidades infinitas en la naturaleza.

El sol, el viento, los ríos, los residuos urbanos, la fuerza del mar y el calor de la tierra son recursos infrautilizados en la actualidad, sin embargo, se presentan como la alternativa a las energías clásicas cuando éstas sean insuficientes.

La alternativa natural

Prácticamente todas las actividades que se desarrollan en la moderna sociedad tecnológica utilizan fuentes de energías no renovables. Se originan del carbón, del petróleo y de la fisión nuclear del uranio; precisan ser transformadas antes de ser consumidas y no tienen sustitución una vez agotadas.

El carbón y el petróleo existen en cantidades limitadas, superando el consumo a su producción y la fisión del uranio genera residuos de difícil eliminación y requiere medidas de seguridad que encarecen las centrales nucleares. Aunque no es la energía del presente, la investigación de las diversas fuentes renovables es contemplada como la única alternativa posible a los combustibles fósiles y a la energía nuclear.

Sin embargo, algunas sufren serios problemas de almacenamiento y su explotación económica resulta muy cara y la obtención de otras resulta discutible desde el punto de vista medioambiental.

La biomasa es la cantidad de materia orgánica que constituye los seres vivos de nuestro planeta. Es una fuente de energía renovable porque su producción es infinitamente más rápida que la formación de combustibles fósiles. Desde el punto de vista energético la biomasa se puede aprovechar para producir calor mediante combustión o a través de su transformación en combustible para su mejor almacenamiento y transporte.

La biomasa natural es la que produce la naturaleza sin intervención humana y la biomasa residual es la que genera cualquier actividad humana, como basuras y aguas residuales. Por último, la biomasa producida es la cultivada con el propósito de transformarla en combustible, en lugar de obtener alimentos.

Los organismos fotosintéticos, plantas y algas, proveen la mayor biomasa de la Tierra, con un volumen estimado cercano al 80% del total.

El fuego de leña ha sido desde tiempos ancestrales la forma más directa de obtener calor de la biomasa. Hasta la demanda de los combustibles fósiles, el biocombustible más utilizado era la madera, tanto para su uso como fuente propulsora en vehículos de transporte, como para calefacción. Sólo las crisis surgidas en los sectores de los combustibles ha permitido una nueva investigación en este tipo de energías. Las formas más directas de generar electricidad a partir de residuos orgánicos, agrícolas y forestales son los quemadores industriales y la conversión de la biomasa en energía térmica mediante la descomposición aeróbica de la materia orgánica, el compostaje, de gran valor como fertilizante.

Otra alternativa consiste en transformarla en combustibles líquidos o gaseosos absolutamente ecológicos mediante la biotecnología. Las técnicas para la conversión dependen del tipo de biomasa disponible. Si contiene agua se puede realizar la digestión anaeróbica, el método más común. Consiste en degradar anaeróbicamente la materia orgánica, con ausencia de oxígeno, convirtiéndola en biogas, compuesto principalmente de metano.

Se utiliza para generar energía eléctrica o mecánica mediante su combustión, en plantas industriales o para uso doméstico. Numerosas plantas sencillas de producción de biogas funcionan en China, India y Pakistán. En España existen instalaciones para la producción de metano en granjas y en plantas de tratamiento de aguas residuales.

Los mismos procesos se utilizan para producir alcoholes a partir de biomasa residual o expresamente cultivada para este fin. En Brasil la mayor parte de los automóviles funcionan con bietanol, un combustible limpio que se extrae del alcohol de la caña de azúcar. Otros cultivos de alto rendimiento energético son la remolacha, el maíz y la patata.

Sin embargo, es necesario que el consumo de la biomasa sea inferior a la tasa de regeneración, sin olvidar que las plantas y demás derivados sirven también como alimentos, como materia prima para fabricar medicinas y como material de construcción.

La combustión de biomasa cumple la premisa de ser renovable, aunque está en la frontera de lo aceptable para considerarse limpia por emitir componentes químicos que perjudican las condiciones naturales de la atmósfera.

En los países en vías de desarrollo se usa la biomasa como un método sencillo para calentarse y cocinar. Sin embargo, en las naciones más avanzadas existe toda una tecnología aplicada a ella. Mientras que en Asia representa el 40% del consumo total de energía, en los países industrializados sólo el 3%.

Hoy, la biomasa proporciona algo más del 10 por 100 de la energía mundial. Existen excepciones como Finlandia, donde la energía que se obtiene de los residuos forestales y de la industria de la madera supone casi un 20 por 100 de su energía.

Objeciones a los biocombustibles

A simple vista parece que todos son beneficios, pero las posturas, a nivel internacional son discrepantes y presentan argumentos sólidos. En cuanto a los beneficios para el ecosistema, todo es muy relativo. Por un lado contamina menos, pero si eso significa que se produzca la tala indiscriminada en países como Brasil, no compensa.

Ésta es la razón que defiende el comisario europeo de Medio Ambiente, Stavros Dimas. Según él, si no se “toman medidas”, pueden producirse “peligros para la biodiversidad” por la deforestación.

Pero la noticia ha saltado estos días de la mano de la ONU, ya que altos funcionarios de esta organización han defendido su producción aludiendo a la mejora del desarrollo de los países pobres. Según ellos, 90 países dependen de la exportación de materias primas, por lo que están a merced de los lugares de donde proviene la mercancía. Si ellos cultivaran su propio biocombustible podrían ser más independientes.

Fidel Castro y Hugo Chávez no están de acuerdo con esto, ya que para ellos significa, en palabras del cubano “un acto monstruoso”. El venezolano afirmó que “utilizar comida de la gente” para producir energía es una “locura”.

Esta explicación es la que promueve también la multinacional alimenticia y cosmética Unilever, que advierte que el aumento del uso de colza o aceite de palma para los biocombustibles puede aumentar el precio de productos como la margarina. Esto haría que la gente usara mantequilla de origen animal, mucho más perjudicial para la salud.

Bueno para el medio ambiente por la reducción del consumo de petróleo, pero malo por la deforestación. Bueno para el desarrollo de los países pobres, pero malo en cuanto al encarecimiento de productos alimenticios para el pueblo... los biocarburantes constituyen un arma de doble filo y no está claro si sus bondades superan a los defectos. Lo que sí es seguro es la existencia de un conflicto de intereses a escala planetaria.
ppmt2007.-

No hay comentarios.: