jueves, febrero 18, 2010

El futuro del ambiente sigue incierto

Salvemos al planeta
La Cumbre de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, realizada en Copenhague hace un par de semanas, donde asistieron funcionarios y ministros de más de 180 países, no tuvo los resultados deseados. Según Diego Díaz, dos años de negociaciones técnicas y políticas no fueron suficientes para lograr acuerdos de reducción de gases de efecto invernadero con metas tangibles, como parte de un segundo periodo de compromisos para el Protocolo de Kioto.

“Sólo era necesario tomar en cuenta las distribuciones de gases de cada país, pero esa es justamente una de las piedras de tranca, pues pareciera no existir la convicción o el verdadero compromiso de reducirlas”, expresa Diego Díaz.

Con lo acontecido en Copenhague “se pone en entredicho la funcionalidad del sistema de Naciones Unidas, que parece haber perdido su liderazgo en la estructura, acompañamiento y seguimiento de negociaciones de este tipo, al saltarse los procedimientos usados en otras decisiones importantes, forzando la transparencia que se había logrado y mantenido durante las negociaciones, indicó el presidente de Vitalis. Todo indica que las fuertes nevadas en Europa durante la cumbre no bastaron para alertar a los líderes del mundo que el clima ciertamente está cambiando, pese al clamor de los países más pobres, vulnerables frente al posible incremento en promedio de 2-3 grados centímetros y 80 centímetros en el nivel del mar.

La presencia del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama no fue suficiente en la Cumbre, la cual generó mucha expectativa, ya que su primer anuncio en público estuvo relacionado a actuar, dados los pocos avances a su llegada en la extensa convención de 12 días. Sin embargo, sus intentos por lograr un acuerdo que salvara la cumbre, terminaron de hundirla, con la complicidad del país anfitrión, el G-8, China y bloques importantes como la Unión Europea.

La alianza de los países de la ALBA jugó un papel importante rompiendo el supuesto consenso de último minuto generado por 26 países que dejaron de lado a grupos importantes como el G77 más China -que agrupa a más de 130 países- entre otras naciones. Sin embargo, su propuesta de reducir las emisiones en un 90% lucía muy poco probable de ser consensuada, además que países aliados en otros escenarios como Ecuador y Argentina permanecieron silentes, en tanto que naciones como Brasil, apoyaron a Estados Unidos para asegurar la recepción de fondos, lo cual presentó a América Latina desunida.

Ahora vendrán próximas reuniones como las de México que pudiera ser una nueva oportunidad para llegar a acuerdos. Sin embargo, sin presión internacional, sobre todo de los países más vulnerables, no se concretará nada.

Qué se puede hacer en Venezuela

Para los representantes de la Fundación Vitalis, la posición venezolana en la Cumbre de Copenhague ha sido valiente, pues las deliberaciones al final de la COP 15 fueron discriminatorias y poco transparentes, y debía romperse el supuesto consenso tras 12 días de deliberaciones, pero dentro de nuestras fronteras es necesario reflexionar sobre aquellos aspectos que realmente nos ayuden a construir una posición y un plan de acción de país para combatir el cambio climático.

María E. Febres, directora de Derecho Ambiental de Vitalis, refiere aspectos importantes en esta materia (…) indica que debe apoyarse la posición de exigir firmemente a los países desarrollados el cumplimiento de los acuerdos de Kyoto, y que sean estos países los que continúen y amplíen sus compromisos, dada su responsabilidad mayoritaria en cuanto al problema. Si bien apoyamos la posición oficial que Venezuela asuma compromisos formales internacionales de reducción de emisión de GEI -ni tampoco los demás países en desarrollo- se consideran que sí deben hacerse voluntariamente los esfuerzos internos para seguir minimizando la producción de estos gases, así como coadyuvar la captación de carbono como una respuesta ética al problema.

Los expertos reunidos en dichas jornadas compartieron la posición oficial de promover el uso más limpio de las energías fósiles, pero ello debe ir acompañado de una política de promoción de la innovación en materia de energías renovables y tecnologías alternativas. Esto implica la necesidad de redireccionar las inversiones del país en materia energética. En cuanto a la posición nacional frente al Mecanismo de Desarrollo Limpio, los asistentes a la V jornada de Derecho Ambiental expusieron que debe ajustarse, lo cual pudiera hacerse proponiendo la incorporación de procedimientos que lo limiten, aseguren su cumplimiento eficaz y no permitan desviar el objetivo del convenio de reducir efectivamente las reducciones. En todo caso nuestro país podría fomentar el análisis y la reflexión del MDL de modo de convertirlo en una herramienta más adecuada, sin propender su eliminación, sino más bien a establecer limitaciones a fin de conseguir mayor apoyo de otros países en las negociaciones y al mismo tiempo aprovechar para Venezuela las oportunidades que el mecanismo pudiera derivar.

Igualmente Venezuela pudiera tomar ventaja de las potencialidades que tiene para el secuestro e inyección de CO2 en sus yacimientos de petróleo y gas natural. Para ello, es importante que nuestro país promueva la inclusión de este tipo de proyectos en el marco de las negociaciones como medida de mitigación al cambio climático.

Es importante resaltar el tema de la agricultura, que casi no fue discutido en Copenhague, sea incluido en futuras negociaciones y con mayor responsabilidad. Para ello se debe reconocer, de manera clara y explícita, el papel esencial que la diversidad de cultivos desempeñará en todo lo referido a la adaptación.

En cuanto a la legislación venezolana, el problema mayor es su falta de aplicación y no la inexistencia de normas -las cuales tenemos muchas-. Es necesario que estos textos jurídicos se actualicen, de modo que incorporen las preocupaciones sobre el cambio climático. Esta actualización es básica en un Estado de derecho, en el que las obligaciones o prohibiciones a los particulares deben tener base legal o reglamentaria.

Vitalis recuerda que la Ley de Gestión Integral de riesgo da un plazo de un año, que se cumple en este mes para elaborar las directrices del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático por lo que es importante estar atentos ante este compromiso.

Uno de los principales problemas ha sido la falta de conciencia sobre la consecuencia de las actividades humanas y cómo éstas inciden en el cambio climático, lo que no facilita la asunción de responsabilidades a través de cambios de conducta concretos. Por lo tanto es necesaria una política educativa, incluyendo la realización de campañas permanentes y la implementación de esfuerzos educativos a través de medios masivos de comunicación.

Para concluir, Vitalis destaca la necesidad de abordar el cambio climático mediante la integración de esfuerzos entre el sector académico, empresas, ONG e instituciones públicas con el apoyo de la sociedad civil.

Mariana Oviedo Rangel Vitalis
moviedo@el-carabobeno.com

ppmt2010.-

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