Indudablemente, aquí se quedan su corazón, su amistad, sus enseñanzas, su mensaje de paz, su cariño. Monseñor Ramón José Viloria Pinzón, obispo de la Diócesis de Puerto Cabello y Juan José Mora, nos dijo "hasta luego". Que Dios le bendiga eternamente y le otorgue el bienestar que tanto necesita.
Esta noche, quien fuera la principal autoridad eclesiástica del litoral carabobeño se despidió de su feligresía, "la primicia de mi episcopado", con una concurrida misa -la última que ofició como obispo- en la Catedral San José de esta ciudad.
-Amo a Dios infinitamente y amo a cada uno de ustedes también infinitamente porque Dios me los puso en la manos para que yo fuese su pastor-, aseveró, visiblemente emocionado.
Así se dirigió el señor Obispo a la multitud que colmó la Catedral San José de esta ciudad para hacer sentir sus muestras de afecto. La ciudad acudió a escuchar su última misa como obispo, a recibir su bendición, a pedir que éste pueblo esté siempre en sus oraciones y agradecer el maravilloso legado que nos deja.
El Obispo del eje costero durante seis años se mostró conmovido. "Estoy convencido de que eso no lo merezco y lo digo de corazón, he debido hacer más". Mucho hizo monseñor Viloria Pinzón, su gestión pastoral es incomparable; por eso los municipios del eje costero carabobeño lamentan su partida y les desean el mayor de los éxitos, siempre de la mano de Dios.
El guía espiritual agradeció estar en las oraciones de cada uno de los fieles porteños y morenses, "para que este tiempo sea de recuperación, de encuentro con ese fortalecimiento personal, para echar adelante una labor pastoral tan exigente".
Su corazón queda enterrado en Puerto Cabello, tal como lo dijo, seguramente desde su nuevo hogar pedirá por cada uno de nosotros, para que nos guíe el camino del bien y para que constantemente tengamos espacio para dejar entrar a Dios en nuestras vidas.
Un hermoso mensaje
La homilía de monseñor Ramón Viloria Pinzón, dedicada al patrono San José en su día, estuvo centrada en un encantador mensaje para la feligresía; que seamos hombres y mujeres de fe, con la plena convicción de haber sido salvados por el amor.
"Que vivamos ése amor entre nosotros mismos, que seamos de superar las diferencias que podamos tener, de dejar a un lado los rencores, los odios, las envidias, las cosas que nos pueden hacer enemigos, por lo tanto, que seamos hombres y mujeres del amor, porque Dios quiere que vivamos así".
En cada una de sus palabras expresó el querer inmenso por el pueblo que lo cobijó durante seis años, un pueblo que lo despidió con nostalgia pero, además, con la certeza de que logrará estar mejor, siempre dispuesto a brindar su mano amiga, eternamente en la memoria de quienes tuvimos la dicha de tenerlo como guía espiritual.
Monseñor Ramón Viloria invitó a ser humildes, a dejar a un lado la soberbia, la búsqueda del honor y de la fama sin sentido, "cuando los hombres no somos humildes tenemos la gravísima tentación de querernos hacer como Dios".
-Nadie debe decirnos cuál es el camino que debemos seguir y resulta que es lo que José nos está diciendo a nosotros. José nunca se opuso a lo que Dios le pidió, a pesar de que no terminaba de entender lo que estaba pasando, pero era suficiente que viniera de Dios. Eso es humildad, ése es el mensaje que nuestro patrono nos da.
Durante la eucaristía, monseñor Viloria Pinzón recordó la labor del presbítero José Gregorio Zambrano, quien falleció recientemente, y exaltó el legado pastoral que dejó en esta ciudad, por la cual trabajó a pesar de ser oriundo del estado Táchira.
Quince años de amores con Dios
La Diócesis de Puerto Cabello tiene 15 años sirviendo en esta ciudad, "15 años de amores con Dios", como lo define el ahora obispo emérito. -La Iglesia de esta ciudad tiene 15 años experimentando que Dios la ama. No es que Dios va a decir ya no te amo, eso no es posible, eso es como dicen los filósofos; un imposible metafísico, es decir; no puede pasar jamás.
-Los hombres pasamos, el único absolutamente necesario es Cristo, los demás pasamos a pesar del cariño y el apego que podamos tener, sencillamente, somos instrumentos.
"No se fue la luz"
Una falla eléctrica, que se prolongó por más de 20 minutos, no detuvo la homilía de monseñor Viloria Pinzón. Por el contrario, aprovechó la interrupción del servicio para asegurar que cada cosa que sucede en la vida es producto de la providencia divina, que nos acompaña cada segundo de nuestras vidas.
"Sin duda alguna esto que está pasando nos puede servir en lo que estamos viviendo, ustedes pueden estar sintiendo en estos momentos que se fue la luz, se nos va el pastor, se apagó, pero resulta que no es así, monseñor Viloria no es otra cosa que un bombillo, porque la luz viene de Dios, y si el bombillo se cambia, igual Cristo los seguirá iluminando, porque él no va abandonar la iglesia de Puerto Cabello".
El guía espiritual manifestó sentirse realmente abrumado por la inmensa e infinita cantidad de gestos de cariño, solidaridad y comprensión que tuvo la feligresía hacia él.
-Desde el sábado que se conoció la noticia de mi renuncia, yo he vívido en una continúa conmoción interior por tantas muestras de afecto, expresó.
Fuerzas vivas ausentes
A la conmovedora despedida no asistieron varias personalidades de las fuerzas vivas de la ciudad. Solamente apreciamos a Deyalitza Aray, presidenta del Servicio Autónomo Estadal para el Desarrollo de la Costa, y al primer vicepresidente de la Cámara de Comercio, Leopoldo Henríquez; sin embargo, estuvo la gente más querida por nuestro obispo emérito, ésa que nunca lo abandonó y que lo recordará en cada una de sus oraciones.
"Cuando un amigo se va algo se siente en el alma", tal cual pasó la noche de este viernes. Dios le bendiga, monseñor Viloria Pinzón.
NT/Oglis Clisánchez Andrades/Yvana Salas
Foto: Simón Ochoa/Juan Cordero
ppmt2010.--
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