Los  gobiernos acordaron en 1997 el Protocolo de Kioto del Convenio Marco  sobre Cambio Climático de la ONU (UNFCCC). El acuerdo entró en vigor el  16 de febrero de 2005, sólo después de que 55 naciones que sumaban el  55% de las emisiones de gases de efecto invernadero lo ratificaron. En  la actualidad 175 países lo han ratificado, aunque hay grandes ausencias  como la de Estados Unidos o Australia. 
 El objetivo del Protocolo de Kioto es conseguir reducir un 5,2% las  emisiones de gases de efecto invernadero globales sobre los niveles de  1990 para el periodo 2008-2012. Este es el único mecanismo internacional  para empezar a hacer frente al cambio climático y minimizar sus  impactos. Para ello contiene objetivos legalmente obligatorios para que  los países industrializados reduzcan las emisiones de 6 gases de efecto  invernadero de origen humano: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4),  óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y  hexafluoruro de azufre (SF6).
 
 En 2005, todos los países que han ratificado el Protocolo de Kioto  decidieron que éste debía seguir vigente más allá de 2012, cuando los  actuales objetivos vencerían y con reducciones de emisiones mucho más  ambiciosas. Este diciembre, en Copenhague, las negociaciones para  discutir sobre cómo lograrlo no alcanzaron un acuerdo válido, pero nos  queda una última oportunidad en México. 

 
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