domingo, agosto 19, 2012

Marte sobre ruedas


03:02 pm 19-Ago de 2012|Alicia Rivera / El País, Madrid / Servicio exclusivo de El Nacional
La NASA tardó cinco años en elegir el destino del Curiosity, vehículo robótico que explora el planeta rojo. En el cráter Gale hay minerales que pueden haberse formado con agua. El laboratorio rodante los analizará en las próximas semanas.
 Un mundo más pequeño que la Tierra, más frío, desértico, ventoso, extremo, ni tan muerto como Mercurio o la Luna, ni tan activo como la Tierra, con agua helada en el casquete polar su
r, con poca atmósfera, con el monte Olimpo de 26 kilómetros de altura, con 2 lunas... y muchos sueños. Marte. Acaba de llegar el Curiosity, nuevo vehículo de exploración robótica, tras un largo viaje y un aterrizaje de vértigo, pero perfecto.

¿Y ahora qué? ¿Por dónde empezará su labor este laboratorio tan avanzado? El 6 de agosto pasado, el Curiosity, con una precisión que puede parecer imposible para los profanos (ha acertado en su diana en el suelo de Marte por pocos centenares de metros, luego de recorrer 567 millones de kilómetros y con sólo 4 correcciones de rumbo), está en el suelo del cráter Gale (a 4,6 grados de latitud Sur y 137 grados Este), a 5 kilómetros de la base del monte Sharp y a 12 del punto donde los científicos quieren que empiece a leer el libro de historia geológica del planeta expuesto en sus rocas.

La NASA tardó 5 años, en colaboración con 150 científicos especialistas en Marte, en decidir el destino del robot. Valoraron aproximadamente 60 lugares y seleccionaron 4 finalistas en 2008, que fueron estudiados a fondo para tomar la decisión. "Los cuatro sitios habían recibido el visto bueno de los ingenieros como lugares seguros de aterrizaje para el vehículo", puntualizan los expertos del Jet Propulsion Laboratory (JPL, en California), así que la elección fue puramente científica.

El suelo del cráter Gale, de aproximadamente 154 kilómetros de diámetro y con un borde que alcanza los 2 kilómetros de altura, es un terreno bajo y tal vez contuvo agua en el pasado. Las observaciones desde los satélites indican que hay arcillas y sulfatos, así como depósitos que pudieron formarse asociados a agua líquida. También se observan rasgos geológicos que pueden ser materiales arrastrados por agua. El Curiosity realizará numerosos análisis químicos y está capacitado para identificar compuestos orgánicos.

Las laderas de la base de la cima Sharp son atractivas porque allí la estratificación es una secuencia cronológica de depósitos geológicos que tienen las claves de cómo era Marte a medida que se formaba cada capa. "El Sharp puede ofrecer una de las secuencias continuas de estratos más amplia del Sistema Solar", explican los científicos de la NASA.

No es que el Curiosity pueda escalar el monte Sharp, que se eleva cerca de cinco kilómetros sobre el suelo del cráter, pero sí puede recorrer algunas zonas de la base.

Por algo es un todoterreno.

90 grados bajo cero
El objetivo de la misión es averiguar si en algún momento ese planeta fue adecuado para la vida.

Las pistas imprescindibles para ello son agua líquida, ingredientes químicos y fuentes de energía. La superficie de Marte ahora es un lugar seco, frío (se calcula en 90 grados bajo cero la temperatura del lugar donde descendió el Curiosity) y sometido a alta radiación ultravioleta, pues una atmósfera tan tenue apenas sirve de protección. Pero, tal vez, en el pasado no fue tan inhóspito e incluso no se puede descartar totalmente que alguna forma microbiana pudiera sobrevivir en el presente en el subsuelo, si hubiera agua y bajo una capa de terreno como escudo contra la radiación.

Pero el Curiosity no va a buscar marcianos, sino a ver si pudieron existir y, en todo caso, a comenzar a allanar el camino para ir a buscar vida allí en otras misiones futuras.

El cráter Gale, dicen los científicos, es un buen sitio para investigar.

Además, con vida o sin ella, hay premio seguro en forma de investigación del clima, los minerales y la geología. La comparación científica entre el pasado de la Tierra y el de Marte es útil para conocer mejor el primero. "La historia de los cambios medioambientales en un mundo similar a la Tierra pero que no tuviera vida sería valioso para comprender la interacción precisamente entre la vida y el entorno terrestre", señala la NASA.

Los responsables del Curiosity calculan que en pocos días las ruedas del vehículo empezarán a rodar por Marte. Antes, los ingenieros tienen que completar la fase, que empezó inmediatamente tras el descenso, de activación y verificación de los sistemas e instrumentos científicos. Ya comenzaron la imprescindible operación de enviarle a la computadora principal y a la de reserva el software de operación en el suelo de Marte, incluido el necesario para el manejo del brazo articulado y de la perforadora, así como el de las cámaras con las que podrá identificar obstáculos durante la marcha. La transferencia de software se completó el lunes 13 de agosto.

"Un teléfono móvil tiene más velocidad y capacidad de almacenamiento de datos que el Curiosity, pero un móvil no puede viajar a Marte", dijo Ben Cichy, ingeniero jefe de software de la misión. Los expertos compensan las bajas prestaciones informáticas del hardware al irle cambiando el software en cada fase de la misión.

Con un arduo programa de trabajo, las espectaculares imágenes que todo el mundo espera se hacen esperar, aún no son del todo perfectas. Pero no hay prisa: el Curiosity está preparado para explorar Marte durante por lo menos dos años terrestres. Si todo funciona tan bien como en su primera semana en el suelo del planeta rojo, el laboratorio rodante familiarizará a los terrícolas con el cráter Gale y empezará a dar mucho de qué hablar.

De visita por el vecindario
Del Sistema Solar, Marte concentra los esfuerzos de exploración, con cinco misiones en funcionamiento. Del resto del vecindario, ni siquiera todos los planetas tiene un artefacto terrícola dedicado a estudiarlo.

En Mercurio está en órbita la sonda Messenger de la NASA; en Venus, la Venus Express, de la Agencia Europea del Espacio (ESA); hacia Júpiter viaja en estos momentos la Juno, y en Saturno está trabajando desde 2004 la Cassini estadounidense. Hay que destacar que en la primera fase de esa misión, en 2005, descendió hasta la superficie de la luna Titán del planeta de los anillos, con éxito total, la sonda Huygens, de la ESA. Fue una gran hazaña, y sigue siendo el lugar más alejado en el que se ha conseguido poner en el suelo un artefacto terrícola.

Hacia Urano y Neptuno ni vuela ahora ninguna sonda ni se está preparando; tampoco se ha hecho nunca una misión específica en ellos. Sin embargo, el antiguo planeta Plutón, ahora planetoide, sí recibirá visita: el New Horizon de la NASA, que va en camino y se pondrá en órbita allí en 2015.

Más lejos aún, en los confines del Sistema Solar, están ya las históricas Voyager 1 y Voyager 2, que partieron en 1977 y cumplieron el llamado Grand Tour por los planetas exteriores, acercándose a Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.

Aparte de los planetas, hay sondas en camino de asteroides y cometas. Merece una mención especial la muy compleja Rosetta, de la ESA, que llegará al cometa ChuryumovGerasimenko en 2014. La Luna, con el interés renovado de la última década, ha estado y está recibiendo visitas de Estados Unidos, Europa, China, India y Japón.

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