jueves, abril 13, 2006

VENEZUELA SANGRA…

Una queda aterida, descontrolada, en total desasosiego ante la avalancha de acontecimientos que nos golpean el rostro, nos nublan la razón y nos desgarran el alma mientras se nos muestra una patria desangrada, malherida, violentada en todas sus formas: hambre, desempleo, mendicidad, mortalidad materna, mortalidad infantil, inseguridad pública, corrupción, persecución política…y todo en medio de una total impunidad.
La muerte se sienta en nuestras mesas todos los días y no como el sino natural de la vida, NO, se nos instala impúdica con sus peores rostros y de ellos el más arrebatador: el asesinato a sangre fría. Tan sólo entre el año 2005 y 2006 ha habido más de 14.000 homicidios y feminicidios; entre 1998 y 2006 se han producido 7 veces más denuncias de ajusticiamientos que las que hubo entre 1994-1998; en el último año van 198 secuestros y en la última semana 5 venezolanos (3 niños y adolescente) han sido ajusticiados por sus secuestradores. Hoy asesinaron a 1 periodista cuando cubría las manifestaciones de dolor del pueblo venezolano por la muerte de los hermanos Fadhul y el Sr. Rivas. Hoy Venezuela sufre de rabia y dolor.
Los hechos rebasan ya los límites de tolerancia de la ciudadanía que no encuentra una interlocución confiable en los cuerpos de seguridad ni en el Ministerio Público. Ya no cree en las instancias gubernamentales encargadas de salvaguardar la seguridad. Los discursos defensivos y cargados de promesas, posteriores a los hechos, producen más estupor. No satisfacen las diligencias postmorten, que no llegan a nada y quedan por lo general en el olvido; sólo en Lara tenemos más de 100 casos de asesinatos en impunidad en los últimos 18 meses.
La población clama por políticas públicas de seguridad ciudadana "preventivas", por el cese de la impunidad, por el desarme de la población y por que el gobierno asuma su responsabilidad de garante de la vida de todos y todas las venezolanas, el Estado de Derecho y los Derechos Humanos. Venezuela se resiste a acostumbrarse a esta anormalidad cruel que algunos tienen el cinismo y la desfachatez de llamar normalidad. Lo más decente que podría suceder hoy sería como mínimo, la renuncia de alguno de los funcionarios corresponsables de este desangre.
Hisvet Fernández
Diario El Impulso.-
ppmt2006

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